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Una reflexión sobre el trauma social
Por: Julio César Castellanos Ramírez-MD - Director General
Sep 04 2018
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En el Congreso de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas, escuchamos, una interesante ponencia del Padre Francisco de Roux, S.J. sobre el papel que debemos jugar desde el sector salud en la etapa del posconflicto, y una parte de su mensaje, que considero importante de resaltar, es la comprensión del trauma social que padece nuestra sociedad, que lo resume como "la sociedad golpeada en todos los grupos por una violencia bárbara y llena de rabia e indignados por todas partes y luego la interpretación de esa violencia dominada por grupos de control político y económico excluyentes que llevan en su mensaje todo el dolor y la indignación y que controlan el mundo simbólico y terminan por atraparnos a todos en una cultura de exclusión del otro que se nos mete sin darnos cuenta".

El sacerdote psicólogo, Ignacio Martín-Baró, S.J, plantea1  que esto acarrea un proceso de "deshumanización, entendido como el empobrecimiento de cuatro importantes capacidades del ser humano: (a) su capacidad de pensar lúcidamente, (b) su capacidad de comunicarse con veracidad, (c) su sensibilidad frente al sufrimiento ajeno, y (d) su esperanza". Esa necesidad de adaptarse a las situaciones de conflicto genera cambios individuales y colectivos como: "(1) la desatención selectiva y el aferramiento a prejuicios, (2) la absolutización, idealización y rigidez ideológica, (3) el escepticismo evasivo, (4) la defensa paranoide, y (5) el odio y deseo de venganza", dice el sacerdote.

Y si reflexionamos con calma sobre nuestras respuestas, nuestros diálogos sociales e incluso familiares sobre la política, el futuro del país, y a veces, sobre temas triviales, como nuestra primera sensación ante el conflicto o la crisis va mediada por la incertidumbre, el temor o el odio.

Condiciones que fueron palpables, por ejemplo, durante el mundial de fútbol, en el que masivamente nos volvimos "croatas", sin saber nada de ese país, pero que al jugar con Inglaterra -con el que tenemos más afinidad- queríamos con odio manifiesto que vengara el hecho de habernos ganado, sobre el principio de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo no importa quien sea.

Y en este sentido, es válido reconocer muchas situaciones en las que nuestras primeras respuestas son el miedo o el odio; reacciones comprensibles en razón a lo que, como individuos y sociedades percibimos de un entorno en el que, además de lo dicho antes, son frecuentes la mentira y las falsas promesas.

Pero ya es hora de iniciar los cambios para tener una sociedad más justa y humana. Y eso empieza con las reflexiones de cada uno de nosotros que permitan comprender que, si bien, el miedo y el odio son respuestas humanas ante situaciones extremas, se pueden modular antes de permitir que aparezcan y responder a los otros bajo principios de respeto, dignidad, tolerancia a las diferencias y las opiniones ajenas.

Marín-Baró propone en su artículo que "es necesario trabajar por establecer un nuevo marco para la convivencia, un nuevo "contrato social" en el mejor de los sentidos que permita la interacción colectiva sin que la discrepancia se convierta en negación mutua; hay que trabajar por un sinceramiento social, que lleve a conocer las realidades antes de definirlas, a aceptar los hechos antes de interpretarlos; hay, finalmente, que esforzarse por educar en la razón y no en la fuerza, de manera que la convivencia se funde en la complementariedad mutua para resolver los problemas y no en la violencia para imponer la propia alternativa".

Mi invitación es a aceptar, que todos, somos víctimas del trauma social resultado de lo que vivimos, y que no vamos a cambiar si no lo reconocemos y procuramos una interacción social en la que busquemos primero entender al otro, lo que exige que nuestra primera reacción siempre se vuelva consciente para alejar el odio y la violencia que nutren ese trauma del que nos podemos curar con el concurso de todos.


1 LA VIOLENCIA POLÍTICA y LA. GUERRA COMO CAUSAS DEL TRAUMA PSICOSOCIAL EN EL SALVADOR. Ignacio Martín-Baró. EI Salvador. Revista de Psicología de El Salvador, 1988, Vol. VII, No. 28,123-141.