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Nuestro HUSI He pensado que…
Por: Padre Eugenio Antonio Gómez Caycedo, S.J.
Feb 03 2019
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Hay que llamar las cosas por su nombre… Suele suceder que se cambian los nombres de muchas realidades, cuando las palabras que las definen interrogan la conciencia: Se llama "legítima defensa" al asesinato, "libre desarrollo de la personalidad" al libertinaje y a la explotación "contrato". Es preciso desenmascarar nuestro lenguaje y descubrir nuestras verdaderas intenciones.

Cambiar los nombres de las cosas suele ser una manera de modificar el valor que les damos, en ocasiones para agrandar o disminuir su importancia y no pocas veces, para llamar bueno lo que es malo y viceversa. 
 
Dos poesías del literato colombiano Ricardo Carrasquilla (1827-1886), llenas de realismo, ilustran esta idea:
 
Hice un canto bermudino al cóndor, pero estaba en borrador y me pareció cochino.
Me lo hicieron publicar en el día, lo leí con alegría y lo encontré regular.
Luego, en una colección de poetas lo insertaron con viñetas y dije: ¡Es gran producción! ¡Lo que puede la edición!
En casa tengo un sobrino que se graduó de doctor, que charla con furor y empuerca papel sin tino.
Ha perdido la chaveta y hace versos a millones, y los nombra inspiraciones o caprichos de poeta.
Llama azote, el arreador; acicates, las espuelas; perlas, los dientes y muelas. A los caballos, corceles; mansas liebres, los conejos; y a los más tristes, gozquejos, ejercitados lebreles.
La chicha, licor de oro; las lágrimas, triste lloro; suntuoso manto, la ropa. El caño, limpio arroyuelo; canario, al cucarachero; al chirlobirlo, jilguero; y al gallinazo, cóndor.
 
Estos graciosos cambios de nombres no lo son cuando el tema es la vida (a cuyo servicio estamos en nuestro Hospital), pues son contrarios a nuestra misión. Hay que despojar a las palabras de los disfraces de niño bueno, con los que se pretende ocultar las más oscuras realidades. Gran parte de los problemas de salud empiezan cuando aceptamos los calificativos, que acompañan ofertas y propagandas, que deterioran nuestro organismo.
 
Legal es una palabra que tiene toda la apariencia de bondad y que se acomoda muy bien a una manera pasiva de proceder, motivada por agentes externos a nuestra conciencia. No todo lo "legal" es bueno; hay muchas leyes injustas y acciones que por el hecho de que se "legalicen" no dejan de ser malas y perjudiciales; no todo lo permitido o tolerado es bueno.
 
Los porcentajes son también formas de tranquilizar la conciencia. Un número menor de muertos en comparación con el total, hace olvidar que cada vida, cada persona, llámese militar o civil, pobre o rico, deseado o indeseado, tiene el mismo valor y dignidad.
 
Más que normas, órdenes y protocolos, lo que nos debe mover es el amor, la conciencia de que no nos pertenecemos. La norma que nos gobierna en el HUSI es el amor a todos, sin calificativos que privilegien a unos o pongan entre paréntesis a otros. No hay vidas más importantes que otras, ni la incipiente ni la terminal.