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Iniciamos un año con una importante reforma al sistema de impuestos del país, muchas son las quejas que, desde los gremios, los medios y las personas se han emitido al respecto. Más allá de juicios y opiniones rápidas, les invito a hacer una reflexión sobre, lo que como ciudadanos damos y recibimos en nuestro país.
Existe una primera categoría de dar y recibir por intercambio de valor o utilidad, el comercio, que se da por compra o trueque, de esto no comentaré.
Otra forma es la generosidad o altruismo en el cual las personas a cambio de la satisfacción personal damos de nosotros a los demás o a la comunidad tiempo, servicio, objetos y dinero, parte de esta importante función social es el voluntariado, las donaciones, la limosna, el trabajo comunitario. Este valor superior del cual hemos hablado en ocasiones anteriores, es fundamental para las sociedades y definitivamente también lo es para el crecimiento personal. La generosidad es camino y característica para formar y ser mejores personas.
Otra categoría, es la de las contribuciones que son obligatorias, el impuesto, definido por el Diccionario de la Lengua Española como: "Del participio de imponer; tributo que se exige en función de la capacidad económica de los obligados a su pago". En general existen dos tipos de tributos, el que se aplica a las personas (como el de renta) y el que se aplica a las operaciones (como el IVA). Con relación al de las personas, en cada país se establece un límite de ingresos individuales a los cuales se aplica la obligación del pago; y para el de las operaciones se fija cuáles son las que pagarán el tributo. Así, entonces, el primero es para el grupo de población que cada gobierno defina y el segundo, sin tener en cuenta el nivel económico de las personas, se aplica sin discriminación a quien consuma el bien o servicio que se definió gravar.
Esta es la situación que nos impone el dar ahora y el recibir después, que a veces no lo percibimos con la misma claridad. De esos dineros que aportamos todos por cualquiera de las vías comentadas, se establece el fondo común del Tesoro, del cual todos recibimos la financiación de los servicios públicos.
Dichos servicios públicos tienen como finalidad la satisfacción de necesidades básicas de la sociedad, por lo cual deben cumplir con unas características como igualdad en cuanto se deben proporcionar a todos los integrantes de la comunidad, sin incurrir en distinciones, deben ser proporcionados de manera regular y continua sin interrupción para su prestación. Y adicionalmente deben adecuarse a la cantidad y calidad de las necesidades de una comunidad en particular, esto es que lo deben tener disponible quienes lo requieran más y quienes tengan dificultades para pagar las cuotas particulares deben recibir subsidios.
En Colombia, la definición vigente sobre los servicios públicos se encuentra en el Artículo 430 del Código Sustantivo del Trabajo; allí son definidos como "toda actividad organizada que tienda a satisfacer necesidades de interés general en forma regular y continua, de acuerdo con un régimen jurídico especial, bien que se realice por el Estado, directa o indirectamente, o por personas privadas".
Al final el país que quiera más servicios públicos con menor pago directo deberá fijar contribuciones mayores, lo cual es muy importante en cuanto que contribuyen más quienes tienen y ganan más y quienes compran más.
Cuando, los impuestos, se revierten en los servicios públicos son un mecanismo de equidad y justicia social. Si lo que contribuimos va a financiar la operación de un Estado eficiente, la educación de quienes no pueden acceder a la formación privada, los Jueces, los Fiscales, la Policía Nacional, el Ejercito, las vías y transportes público, entre otros, contribuimos a tener un mejor país para todos.
Es claro que este importante mecanismo de financiación tiene dos grandes problemas más destacables: la ineficiencia y la corrupción:
La ineficiencia es crítica cuando un Estado no sirve bien a sus ciudadanos e incrementa los impuestos, esto lo definió muy bien el economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), así: "Los impuestos altos pueden ser contraproducentes, una reducción de impuestos tiene más probabilidad para balancear el presupuesto que los impuestos elevados. Es como un industrial que incurre en pérdidas y decide aumentar sus precios cuando se le caen las ventas, y cuando sus ventas caen aún más decide aplicar aritmética simple y subir los precios aún más. El destino del industrial es la quiebra … El destino del gobierno es mayor déficit".
Sobre la corrupción, y más escuchando las recientes noticias, solo basta indicar que robar o malgastar el dinero de otros, especialmente el que va dirigido a cubrir las necesidades comunes y las de los más vulnerables de una nación, es un condenable acto criminal.
Y ante esto, ¿qué hacer?, Cada uno de nosotros tiene mucho que ver. Recordemos que si estuviésemos en una monarquía los impuestos los fijarían los reyes y el presupuesto lo gastaría sin criterio de participación, pero en un Estado las personas a quienes elegimos para el Poder Legislativo y el Ejecutivo son quienes fijan y manejan los recursos. Recordemos que el 20 de julio de cada año celebramos la Independencia y ello implicó el derrocar la monarquía y pasar a la democracia, pero si seguimos absteniéndonos de votar o votamos sin fijarnos en por quién lo hacemos o simplemente "vendemos" nuestro voto por dinero, prebenda o simpatía, o por el medio día de trabajo libre, vano fue todo el esfuerzo de la lucha independentista.
Hay vientos de cambio en los nuevos responsables de los Entes de Control en la lucha contra la corrupción, pero poco es el efecto si todos y cada uno de los ciudadanos no asumimos el compromiso de elegir y elegir bien y de denunciar la corrupción.