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He pensado que las celebraciones son una necesidad de la humanidad de todos los tiempos
Por: Padre Eugenio Antonio Gómez Caycedo, S.J.
Feb 28 2018
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Con relativa frecuencia se nos invita a celebrar. No faltan motivos. Algunos tienen que ver con la salud: en febrero, por ejemplo, celebramos en las instalaciones del Centro Javeriano de Oncología, el día mundial de la lucha contra el cáncer. En marzo, queremos destacar el Día Internacional de la Mujer y la Semana Santa.

En ambos casos es importante reflexionar sobre la finalidad de dichas celebraciones, porque a fuerza de repetirlas, pueden pasar desapercibidas y perder su finalidad hasta el punto de contradecirla, como ha sucedido con la fiesta de la madre, que se destaca por el número creciente de riñas y asesinatos y la semana santa, que algunos llaman la "parranda santa".

El día Internacional de la mujer es uno de esos días para cuya celebración la Asamblea General de la Naciones Unidas -ONU-, señaló una fecha: el 8 de marzo, con una finalidad:

«En el Día Internacional de la Mujer, debemos comprometernos a hacer todo lo posible para superar los prejuicios arraigados, apoyar la participación y el activismo y promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer». — António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas

Los prejuicios en el tema de "la mujer", nacidos de la ignorancia, son muy difíciles de desarraigar. No tienen fundamento en las diferencias y similitudes naturales entre hombres y mujeres sino en el significado que se les ha dado, que ha sido inculcado y se traduce en derechos y deberes de dominio y sumisión; en imposiciones arbitrarias; en modelos que se constituyen como criterios de evaluación a los cuales no pocas mujeres se someten, tales como las medidas corporales (90 - 60 - 90) vestimentas (problema de faldas), modas (cabellos largos - ideas cortas), costumbres (las mujeres en la cocina – los hombres en la oficina), comportamientos (las mujeres de mala vida  y los hombres buena vida -), el sexo débil etc.

En comparación con el pasado, cuando las mujeres tenían limitado el acceso a la educación, cuando se les consideraba incapaces de ejercer gran parte de las profesiones llamadas masculinas, y carecían de voz y voto en las decisiones, hoy podemos celebrar los grandes logros alcanzados, pero también debemos trabajar y poner de nuestra parte para superarlos.

En cuanto a la celebración de la Semana Santa que tendrá ocurrencia en la última semana de marzo, podemos reconocer la importancia que tiene para los enfermos y cuantos trabajamos por su salud.

La Semana Santa o Semana Mayor es una verdadera síntesis de la vida humana, que comienza con una marcha plena de expectativas alentadoras y que, aunque tiene que pasar por dificultades y sufrimientos, culmina en esperanza, aunque haya que afrontar el dolor y la muerte.

Como debe suceder en toda celebración, no se trata de algo que solo sucede un día o una semana, sino todos los días: se traen a la memoria los acontecimientos del pasado, damos una mirada al presente y abrimos nuestro corazón para soñar con nuevos proyectos.

Que estos días y todas las semanas sean "santos" o de consagración por amor. Y que para todos y especialmente para las mujeres sean cada vez mejores.