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Donación de órganos y tejidos: ¿Cuestión de ley o de autonomía?
¿Alguna vez usted ha pensado cuando será el día en que morirá?, ¿ha pensado cómo le gustaría o como no le gustaría morir?, ¿qué le gustaría que hicieran sus seres queridos en sus exequias?, ¿luego de morir preferiría ser enterrado o cremado?, ¿qué y a quién le gustaría dejar herencia?, ¿qué diría su epitafio?. Sin duda, todas estas son preguntas que muchos de nosotros, como seres mortales y finitos, ya hemos intentando resolver de forma consciente o inconsciente o que tendremos que afrontar en algún momento de nuestras vidas. Si en algo tenemos certeza los seres humanos es que para todos existe un momento en el cuál se hace innegable e inaplazable la partida, todos sin importar la raza, el credo, la nacionalidad, el estrato socioeconómico o el nivel de estudios llegaremos al momento en el cuál nuestra vida se apagará, y en ese instante llegará una pregunta para la cual muy pocos preparamos la respuesta… ¿le gustaría a usted ser donante de órganos o tejidos?
Es cierto que en nuestra sociedad y en nuestra cultura la muerte está rodeada de tabúes, en ocasiones hablar de la muerte se asume como un acto de invocación y premonitorio del final de la vida, hemos hecho un voto colectivo por negar la muerte, sin embargo, tal cual lo menciona el refrán popular: "la muerte es lo único seguro que tiene el hombre". Por lo tanto le invito, en un ejercicio de reflexión sincero, a preguntarse a usted mismo si al final de sus días le gustaría dejar huellas de vidas, si le gustaría dejar un legado imborrable, si le gustaría que el dolor generado por su partida se mitigara con la esperanza e ilusión de muchas personas que podrían, a través de usted, recibir una nueva oportunidad de vida; ¿Usted ha considerado ser donante luego de morir?, para tal pregunta sólo existen dos respuestas: si lo he considerado o no lo he considerado… y ¿le ha contado a sus seres queridos su deseo de querer o no querer donar?.
Es probable que no seamos muy pocos quienes hemos pensado en la donación de órganos o tejidos como una opción al final de nuestras vidas, lo realmente alarmante es que solo una minoría de personas hemos manifestado a nuestros seres queridos el deseo de ser o de no ser donantes tras nuestro fallecimiento; algunos estudios demuestran que entre el 60 y 70% de personas nunca le manifiesta a sus familiares su deseo personal sobre la donación, es decir, que de cada 10 personas 6 o 7 nunca le dicen a sus familiares si quieren o no quieren ser donantes luego de morir. La consecuencia de ésta dinámica, catastrófica desde cualquier punto de vista, es que actualmente entre 4 y 5 de cada 10 familias de personas que han fallecido por muerte cerebral en Colombia y que pueden ser donantes dicen NO a la opción de la donación, y la principal causa para decir NO es el desconocimiento de la voluntad del fallecido (valga la aclaración: en Colombia sólo pueden donar órganos luego de morir aquellas personas que fallecen por muerte cerebral). Este hecho reduce en casi la mitad las probabilidades que tienen las personas en lista de espera para trasplante de recibir el tan anhelado órgano que podría darles una nueva oportunidad de vida y evitar así el desenlace fatal al cual están condenados en caso de no recibir un trasplante: la muerte.
En este escenario, varios países alrededor del mundo han desarrollado herramientas legislativas para considerar a todos los ciudadanos como donantes a no ser de que en vida hayan manifestado su deseo por no serlo; es decir que la posibilidad de desconocer la voluntad del fallecido sobre la donación se reduce en términos legales a la mínima expresión, porque para los fines sociales y legales pertinentes el estado garantiza que el ciudadano decida y exprese en vida su deseo en caso de no querer ser donante y si durante su vida no hubo expresión al respecto se asume, con miras a garantizar el máximo nivel de beneficio social posible, que el ciudadano no se oponía a la donación y por ende podría ser donante luego de morir; éste principio, en términos generales, se conoce como la presunción de donación o consentimiento presunto para la donación.
Actualmente en Colombia hace trámite legislativo un proyecto de ley (091 de 2014) en el cuál se amplía el espectro de la presunción de donación. Es preciso aclarar que ésta figura legislativa no es nueva en el país, ya desde 1988 existe una ley (Ley 73 de 1988) en la que se instauran las bases legales de la presunción legal de donación en Colombia, según la cuál, en el país todos somos considerados donantes si en vida no expresamos nuestra oposición a la donación o si tras seis horas de ocurrido el fallecimiento ninguno de nuestros deudos manifiesta su oposición a la extracción de órganos o tejidos para trasplante. En términos de presunción de donación, el proyecto de Ley 091 de 2014, impulsado por el representante a la cámara Rodrigo Lara, modifica parcialmente las disposiciones existentes y en general define que todos los colombianos somos donantes a no ser que en vida hayamos expresado que no queremos serlo y nuestros familiares no podrían oponerse a tal principio.
Seguramente mi estimado lector usted podrá preguntarse ¿Cómo funciona la presunción de donación?, ¿eso significa que me van a quitar los órganos cuando muera y no podré hacer nada al respecto?, ¿pasarán por encima de mi voluntad?, ¿dónde puedo dejar constancia de mi decisión sobre la donación?; al respecto primero debo aclararle que esto no es cuestión exclusiva de Colombia, de hecho en muchos países existen éste tipo de leyes, por ejemplo en España, país con las tasas más altas de donación y trasplantes del mundo, las disposiciones legales son muy similares a las propuestas en el proyecto de ley en mención: todos son donantes excepto a que en vida hayan manifestado no querer serlo, sin embargo en la práctica clínica se defienden con rigor los principios bioéticos que rigen el acto médico (autonomía, no maleficencia, equidad y justicia) en todos los casos de personas que fallecen y pueden ser donantes, por lo tanto, con miras a velar por la autonomía del paciente siempre se le pregunta a la familia, en representación del fallecido, si quieren aceptar la donación como una opción de tratamiento médico al final de la vida de su ser querido; así entonces, a pesar de que existe un marco legal que asume a todos los ciudadanos como donantes, es la familia del fallecido quién tiene la última palabra sobre la opción de la donación. El resultado real alcanzado con la implementación de este tipo de iniciativas en España fue el de generar una conciencia social y colectiva en torno a la donación, y hoy, tras 25 años de desarrollo jurídico, legal y clínico, más del 85% de los familiares de difuntos que pueden ser donantes en ese país dicen SI a la donación.
En Chile hace unos años se implementó una estrategia jurídica similar; allí el resultado no fue el esperado, las tasas de donación disminuyeron y el porcentaje de familias que no aceptó la donación aumentó del 32% al 51%. Por eso, en segundo lugar debo decirle que lo que se espera con la implementación de la ley 091 de 2014 no es que se le puedan sacar los órganos a todos los colombianos cuando mueran, ¡eso desde cualquier punto de vista es imposible!, lo que se espera realmente es concienciar al país entorno a la posibilidad que tenemos todos de ser donantes al final de nuestros días.
Desde el punto de vista médico se requieren una serie de condiciones para que una persona pueda ser donante, por ejemplo, que el fallecido no haya tenido un diagnóstico reciente de cáncer o que no sea consumidor de sustancias psicoactivas intravenosas, eso haría improbable la donación; por ende se requiere conocer una serie de información (médica, social e inclusive legal) que sólo puede obtenerse a través del establecimiento de una comunicación con los familiares allegados del fallecido, por lo tanto desde mi percepción médica, es improbable que se pueda realizar un proceso de donación sin la aprobación y consentimiento del núcleo familiar del difunto. Lo anterior no significa otra cosa sino que, a pesar del marco legal propuesto, la familia seguirá siendo determinante a la hora de aceptar o rechazar la opción de la donación para uno de sus seres queridos.
En tercer lugar, respecto a la pregunta ¿dónde puedo dejar constancia de mi decisión sobre la donación? es preciso aclarar que actualmente en la página web del Instituto Nacional de Salud (http://www.ins.gov.co/donante-de-organos-y-tejidos/Paginas/donante2.aspx) usted puede obtener un carné en el cuál manifiesta su deseo de ser donante, éste carné no es otra cosa sino una herramienta testimonial que de algún modo da constancia que en vida usted consideró la opción de donar, sin embargo no existen registros o bases de datos nacionales dónde se pueda consultar si una persona se registró como donante, por lo tanto lo más importante es que usted le haga saber a su familia el deseo personal de querer o no querer ser donante. En caso de que la ley 091 de 2014 sea aprobada por el Senado de la República, el estado deberá idear el mecanismo para que una persona que no quiera ser donante también pueda dejar constancia de tal decisión, por ejemplo en la cédula o en la licencia de conducir, tal cual como ocurre en algunos países.
Antes de culminar solo quiero recordarle que:
- Hoy más de 2.200 colombianos esperan por un trasplante para continuar con vida.
- Somos más de 28.000 los colombianos susceptibles de requerir un trasplante en algún momento de nuestras vidas.
- Un solo donante puede ayudar hasta 55 personas.
- La donación no está prohibida por ninguna religión.
- La donación no desfigura la apariencia externa del cuerpo.
- Todos los procesos de donación y trasplante en Colombia son vigilados por el Instituto Nacional de Salud.
- En Colombia está prohibido el comercio o tráfico de órganos.
- Para ser donante sólo basta con informar a nuestra familia sobre dicha decisión.
Por último, le invito a que retome las preguntas propuestas en las líneas anteriores, pero con mucha más atención la pregunta ¿le gustaría ser donante?; sin importar cuál sea su decisión dígasela pronto a sus seres queridos, hable con ellos sobre el tema y conozca también sus posiciones frente a la donación, no espere a que sea tarde, no espere a que llegue el momento impredecible en el cuál usted quizás ya no pueda decidir, haga valer su decisión ahora mismo.
Por mi parte ya he decidido, desde hace mucho tiempo, creo profundamente que la donación es cuestión de autonomía, es cuestión de un buen morir, es cuestión de valientes, es cuestión de amor, es cuestión de respeto profundo por la dignidad humana… por lo tanto quisiera ser donante al final de mis días y mi familia lo sabe… ¿sus familiares conocen su decisión?
DAVID CASTAÑEDA MILLAN M.D
Coordinador de Donación,
Unidad de Cuidados Intensivos.
Hospital Universitario San Ignacio..