Temas
del Mes

Como tema de reflexión en este mes, les invito a dedicar unos minutos de nuestro tiempo a abordar en nuestro fuero interno el tema sobre la muerte, y luego establecer con nuestros seres más cercanos y queridos un diálogo sobre ella.
Uno de los derechos del paciente promulgados en nuestro país desde 1991, mediante la resolución 13437, como se anota textualmente en ella es: "Su derecho a morir con dignidad y a que se le respete su voluntad de permitir que el proceso de la muerte siga su curso natural en la fase terminal de su enfermedad". Esto se complementa con lo dispuesto en el artículo 5 numeral 4 de la Ley 1733 del 08 de septiembre de 2014, "Derecho a suscribir el documento de voluntad anticipada: Toda persona capaz, sana o en estado de enfermedad, en pleno uso de sus facultades legales y mentales, con total conocimiento de las implicaciones que acarrea el presente derecho, podrá suscribir el documento de Voluntad Anticipada. En este, quien lo suscriba indicará sus decisiones, en el caso de estar atravesando una enfermedad terminal, crónica, degenerativa e irreversible de alto impacto en la calidad de vida, de no someterse a tratamientos médicos innecesarios que eviten prolongar una vida que eviten prolongar una vida digna en el paciente".
El místico bengalí Ramakrishna(1836-1886) hace varios años enunció "El conocimiento lleva a la unidad, como la ignorancia a la diversidad". Esto nos invita a reflexionar sobre la importancia que tiene para nuestra unidad de pensamiento el comunicarnos y el hacernos conocer y hacer conocer nuestra voluntad. El sentido de dignidad, el final de la vida y su significado son conceptos totalmente individuales y propios de la persona quien está en el tránsito de fallecer.
La "muerte digna" incluye alivio del dolor y de cualquiera otra incomodidad o molestia inherente a la agonía, como lo requiera de acuerdo con sus deseos en sus circunstancias, cariño, compañía y apoyo emocional, ambiente respetuoso y los auxilios religiosos que la persona solicite. Entendidas de esta manera las posiciones, parece lógico esperar que toda persona, en uso de sus facultades mentales, desee morir con dignidad y ponga de su parte lo necesario para conseguirlo. La sociedad y el Estado, y por tanto, las instituciones y profesionales de salud debemos facilitar las condiciones para que la elección individual sea posible y se respete plenamente, como una de las garantías a que tiene derecho el ser humano por la sola razón de existir, como uno de los supuestos básicos para el libre desarrollo de la personalidad, en el mejor sentido de este concepto.
Por ello debemos asumir el compromiso de abordar a nuestros pacientes con alto riesgo o en proceso de evolución hacia la muerte, para entender que consideran digno en sus últimos momentos y facilitar las condiciones para ello.
Por otra parte, es importante que cada uno de nosotros pensemos en las condiciones que para esa dignidad en la muerte consideremos adecuadas, pero no bastará con pensar en ello, es necesario tomar la decisión de escribirlo en un documento y nombrar unos testigos para que lo suscriban y dar aviso de ello a nuestros médicos, familia, amigos o personas más cercanas.
Un elemento decisivo para que nuestra muerte sea digna es la comunicación que debemos precisar en tres formas específicas: El contar con el documento debidamente diligenciado o en su ausencia dejar constancia de nuestra voluntad en la historia clínica, el comunicar a toda nuestra familia y seres queridos nuestra voluntad y el comunicar a nuestros médicos preferiblemente de forma escrita nuestra voluntad.
Por ello es importante que para mantener y facilitar la unidad de quienes nos acompañarán en los momentos finales, pongamos a todos ellos en conocimiento de que hemos firmado el documento, de que su contenido expresa nuestros deseos y que siendo ello lo que consideramos digno, el mejor regalo u homenaje de amor que nos pueden hacer es facilitar que nuestra decisión se respete, incluso que si hay dificultades para ser rápidamente aceptado por nuestros médicos sean ello y ellas quienes aboguen y defiendan nuestro derecho a morir dignamente.
El que nuestros seres queridos y nuestros médicos ignoren nuestra voluntad nos aleja de la unidad de pensamiento para lograr el ejercicio de la dignidad al final de nuestros días, por ello hagamos pública y expresa con todos ellos nuestra voluntad.
La Fundación Derecho a Morir Dignamente fundada el 1 de agosto de 1979 por doña Beatriz Kopp de Gómez, que en este año celebra 35 años de existencia al servicio de Colombia en la promoción de la Dignidad Humana en la frontera final de la vida, facilita los medios y proceso para hacer expresa y respetable nuestra voluntad, los cuales podemos encontrar en http://www.dmd.org.co/afiliese.html o acercándonos a las oficinas: Carrera 11 No. 73-44 Oficina 508 - Teléfonos: 345 40 65 - 347 33 65 - Telefax: 3131607.
Finalmente, como lo expresa el Profesor Juan Mendoza Vega, Presidente de dicha Fundación, en la presentación del libro conmemorativo de los 35 años: "Si la muerte se la mira a los ojos, los miedos – que no son ni buenos ni malos – nos ayudan a elaborar, los duelos, a ser más conscientes de lo que sucederá inevitablemente: el segundo momento más trascendental de la vida, después de haber nacido". La diferencia radica en que poco pudimos hacer desde nuestra voluntad por el nacer, pero mucho podemos hacer por el morir.