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He pensado que… el Concurso de Pesebres de Navidad en el Hospital, fue una actividad muy significativa.
Por: Padre Eugenio Antonio Gómez Caycedo, S.J. – Director de Auditoría Interna de Gestión
Jan 11 2018
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Se realizó lo que significa la palabra "concurso", puesto que concurrir es "caminar o correr juntos" y no competir para ganarle a los demás. Nos unimos para idear y llevar a término un proyecto. Uno creería que pedir hacer un pesebre navideño a los miembros de un hospital es mucho pedir, pues son personas muy ocupadas y que se ejercitan en campos diferentes a la artesanía. Sin embargo, los hechos demostraron lo contrario: se dieron a conocer habilidades y destrezas, ideas e iniciativas que pasan desapercibidas en el día a día.

Más importante que la calidad de los materiales o de la tecnología utilizada en la elaboración, es de destacar el espíritu con que se trabajó y el significado que se dio a los pesebres. Tal como lo expresó José Luis Martínez, nuestro Director del Servicio Espiritual, haciendo referencia a un mensaje del Papa Francisco, "también en el HUSI tenemos esperanza y por eso invitamos a todos los miembros de esta gran familia a elaborar pesebres en las diferentes dependencias y recordar el nacimiento de nuestro Salvador, hecho que trasciende este concurso".

Actuamos unidos como una familia. Se inscribieron doce grupos, de diez a quince miembros cada uno, y a la hora de dar el voto por el pesebre preferido, participaron más de ochocientos empleados.

Y en cuanto al significado del pesebre sobresalió la "proyección social" que, como expresamos en nuestro Himno: "es el tema que nos identifica y con el cual debemos trabajar". En los pesebres no se trataba tanto de recordar un suceso acaecido hace más de 20 siglos, sino de hacer presente su significado real hoy, en las circunstancias concretas de cada pueblo y cultura: el advenimiento del Salvador esperado hoy por todos, de NUESTRO SALVADOR, La representación de las diferentes regiones, de sus expresiones culturales, de sus valores y necesidades hizo pensar en un "Dios con nosotros", que se viste como la gente, que llora y ríe, admirado y rechazado, acogido y perseguido; que tiene su terruño, pero que se ve obligado a abandonarlo hacia un "Egipto" para salvar su vida; que se sobrepone a la desigualdad y la injusticia; que encuentra quienes lo buscan y le ofrecen su ciencia y dones, que no son astronomía, ni oro, incienso y mirra, como los de los tres reyes magos,  sino vida saludable.

Hacer el pesebre hoy es construir entre todos la "casa común", poniendo cada uno de su parte. No es suficiente reproducir las narraciones bíblicas, generalmente tan escuetas, sino dar rienda suelta a la imaginación, como lo aconseja San Ignacio en el libro de los Ejercicios Espirituales a propósito del nacimiento de Jesús: recrear la escena del nacimiento "ver a María y a José y al niño después de ser nacido…como si presente me hallase… haciéndome yo como un esclavito… mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, considerar tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y frío…" (Ejercicios 110 a 115). Hacer el pesebre es disponerlo todo para acoger con amor la vida, para alimentarla y preservarla de todo peligro; crear un medio ambiente favorable, lleno de luz, de árboles y flores, de animalitos, de fuentes de agua, de aire puro, de casitas, de caminos, de personas y de todo aquello que abra perspectivas y alimente la esperanza; hacer el pesebre es ofrecer lo que somos y tenemos para servir con amor en todo momento; no solo en diciembre.