Temas
del Mes

HE PENSADO QUE…
Por: Padre Eugenio Antonio Gómez Caycedo, S. J. -Director de Auditoría Interna de Gestión.
Aug 03 2016
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El Boletín "Lo Nuestro" del pasado mes de julio, tuvo como tema central "el dolor" y la actitud que como integrantes del Hospital deberíamos tener. Ese dolor que, tratándose de personas, no es tan solo una sensación física que se suprime con analgésicos, sino el "dolor humano" que tiene muchas caras: temor, inseguridad, desaliento, impaciencia, negación, desconsuelo, ansiedad, desconfianza, depresión, indignación, deseos de venganza, rencor, ente otros.
 
A propósito de las actitudes ante el dolor, me impresionó recordar la letra de la canción "Mi tristeza es mía y nada más; mi tristeza es mía y sola está; no quiero consuelo, no, no, no voy a llorar; mi tristeza es mía y nada más", que interpretaba el argentino Fuad Jorge Jury, más conocido como Leonardo Favio.
 
La verdad es que no somos seres aislados unos de otros: nuestros estados de ánimo, positivos o negativos, influyen en los demás y nada sacamos con negarlos. En un hospital, donde el dolor se presenta por doquier y se manifiesta de muchas maneras, los pacientes y sus familias esperan una solución y una respuesta, que no puede ser: "su problema es suyo y nada más; no quiera consuelo, no vaya a llorar, su problema es suyo y nada más" 
 
El 31 de julio celebramos la fiesta de San Ignacio, patrono de nuestro Hospital. Sabemos por su biografía cómo, desde que una bala de cañón en una batalla destrozó su pierna, tuvo que enfrentarse al dolor y superarlo. Quizás esas experiencias lo hicieron tan sensible al dolor humano. 
 
En su abundante correspondencia, no pocas cartas responden a situaciones de dolor y enfermedad de sus corresponsales. Sabemos de su vinculación a los hospitales y cómo atribuyó suma importancia a la experiencia del servicio en estos Centros de Salud, en la formación de los jesuitas; y su dedicación al cuidado de los enfermos, cuando ejercía la función de Superior. Extracto unos apartes de la Biografía escrita en 1722 por el P. Francisco García, quien hace referencia a la del P. Pedro de Ribadeneira, contemporáneo de San Ignacio: Vida de San Ignacio de Loyola fundador de la Compañía de Jesús.
 
"Decía, que sólo el cuidado de los enfermos le hacía temblar delante de Dios; y por eso nunca quiso dejar este cuidado a otro… Este cuidado le traía solícito de día, y le desvelaba de noche. Cuenta Ribadeneyra, que habiéndole sangrado una noche de un brazo; puso el Santo un Padre que estuviese con él asistiéndole toda la noche, para cuidar que estuviese la venda bien atada: y no contento con esto, estando todos durmiendo, él estaba velando con el cuidado de sus hijos, y envió dos o tres veces a otro, para que reconociese el brazo del enfermo, y viese si estaba bien atado, porque no sucediese que durmiéndose el Padre sucediese, por descuido, lo que ha sucedido a muchos; que desatándoseles la venta, perdieron la vida." 
 "No cuidaba menos de que no enfermasen los sanos, que de que sanasen los enfermos. Y como algunos le dijesen que en tiempo tan apretado harto se haría en vivir, y pasar sin la casa de campo; nunca quiso desistir de su propósito, diciendo: Más estimo yo la salud de cualquier hermano que todos los tesoros del Mundo; porque cuando uno está enfermo no puede trabajar, ni ayudar a los prójimos; cuando está sano puede hacer mucho bien en servicio de Dios."