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DEL SENTIR AL HACER
Por: Julio César Castellanos R. –MD Director General
Nov 04 2016
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Una vez conocido el resultado del plebiscito sobre el Acuerdo de Paz del Estado Colombiano con las FARC, son muchas las lecciones aprendidas para el país, pero considero que las reflexiones más importantes son las personales. El editorial de un número anterior invitaba a todos los lectores y lectoras de estas páginas a asumir el rol que como ciudadanos tenemos, de definir nuestra postura en las urnas. 
 
Al final ganó el no, por un margen suficiente, pero no amplio. El abstencionismo fue la nota predominante. Los supuestos, los chismes e incluso el festejo que rodeó unos días antes la firma de los acuerdos y hasta las lluvias fueron esgrimidos como excusas o explicaciones para el resultado, de manera que, en las semanas siguientes, marchas y campamentos trataron de suplir lo que los ciudadanos no manifestamos en las urnas. Ello quizás es solamente la concreción de lo que José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista español, alertó hace varios años: "Cuidado de la democracia. Como norma política parece cosa buena. Pero de la democracia del pensamiento y del gesto, la democracia del corazón y la costumbre es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad". Una democracia ejercida con la indiferencia, como lo vimos hace unos días, o con el sentir o el afecto sin medir la razón y consecuencia, conlleva resultados de los cuales hasta los supuestos "ganadores" terminan por considerar como inesperados o no convenientes.
 
Lo hecho, hecho está, pero no podemos dejar de apropiarnos lo aprendido: del sentir al hacer. Hay en ocasiones en que solo se toman unos segundos y cuando la pasión nubla la razón se toman acciones que de cierta forma se pueden considerar irracionales. Por ello, debemos medir la distancia en tiempo en la que debemos considerar entre el sentir y el hacer. Dar un beso o un abrazo espontáneo a la persona que queremos cuando lo pensemos no debe distar más de unos milisegundos, pero una acción que puede afectar física o mentalmente a otra persona, amerita que lo pensemos, lo volvamos a pensar y en especial midamos las consecuencias, como dijo el poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) "actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil".
 
Cada uno de nosotros debe asumir críticamente el análisis de las decisiones: midiendo acciones y consecuencias, reconociendo que, como dijo el escritor, historiador, filósofo y abogado francés Voltaire (1694-1778), el buen líder o guía es el que "puede guiar a los hombres haciéndolos pensar por sí mismos, pareciendo dudar con ellos, conduciéndolos, como de la mano, sin que se den cuenta". Cuidado con el peligro de quien solo trata de arrastrar adeptos y tener logros individuales sobre la base egoísta del poder, usando la mentira o el temor como estímulo. Ya Albert Einstein (1879-1955) desde hace años nos advertía: "Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado". Los líderes son importantes para guiar el pensamiento, no para pensar por nosotros y más cuando tomemos decisiones importantes.
 
La reflexión sobre el actuar en lo individual, como ya se anotó, es muy importante, pero aún lo es más hacerlo para lo que nos afecta como sociedad, país o comunidad. Por ello preparémonos para que en el futuro asumamos, con entereza, las decisiones que la democracia nos permite, que cada uno de nosotros con su voto sea protagonista responsable de la realidad, la elección de quien nos gobierna o nos representa en los cuerpos legislativos y mucho más las decisiones colectivas que se pueden realizar mediante plebiscitos, consultas o refrendo. Que hay problemas, claro que sí, pero les invito a pensar, sentir y actuar firmes ante la adversidad y optimistas ante el cambio.